martes, 17 de marzo de 2009

"Lo que dice un policía acusado de torturas puede ser mentira"

Nos parecen muy interesantes las opiniones de este señor sobre un tema en el que parece que se ha documentado mucho, que es el de la tortura. Aunque se expresa con mucha mesura y precaución. Aún así y todo no nos adherimos a todos sus puntos de vista. Su última respuesta sobre el "pacifismo" y las guerras justas opinamos que está expresada con bastante simplismo, superficialidad y desconocimiento casi total de teorías y estrategias políticas como la noviolencia activa. Bueno, es una entrevista de El País, qué se le va a hacer... Nota de Tortuga.

Esteban Beltrán, profesor de derechos humanos y director de Amnistía en España, publica el libro ’Derechos torcidos’
ÓSCAR GUTIÉRREZ - Madrid
Medias verdades o mentiras a secas. Tópicos escondindos o -como se denominan ahora- tabúes. Esteban Beltrán (Madrid, 1961), profesor y experto en Derechos Humanos, ha dejado -aunque todavía mira de reojo- la dirección de la Sección Española de Amnistía Internacional por un tiempo para publicar el libro Derechos torcidos. ¿La pobreza? Ilegal. ¿La transición? No es modelo. ¿Las torturas en España? Haberlas haylas. ¿Las guerras son todas injustas? A veces "hay que enfrentarse con las armas". Sin rehuir la polémica, Beltrán responde a la entrevista desde una de las oficinas de la editorial Debate en Madrid.
- Pregunta. Un juzgado de San Sebastián ha imputado recientemente a 15 guardias civiles por presuntas torturas a los etarras detenidos por el atentado de la T-4. ¿Por qué le dedica usted todo un capítulo a este tipo de delitos?
Respuesta. Existen dos razones: una, existe la tortura, que no es sistemática, pero es mucho más que casos aislados, que además no sólo se dan en el ámbito terrorista sino sobre todo en el de la inmigración, incluso a personas españolas. Es un problema extendido y persistente. En segundo lugar está el mito de que en España no se tortura. Como no se reconoce como problema no se toman medidas para enfrentarlo. Me parece que lo que está haciendo el juez en este caso [las presuntas torturas a los autores de la bomba en la T-4] es lo que tiene que hacer. Lo que no es tolerable es que cuando ocurrió esto, en enero de 2008, a las dos horas de las denuncias ante un juzgado de lo que estaba ocurriendo, el ministro de Interior dijo que era mentira. Soy muy consciente de que hay torturas y denuncias falsas de torturas.
- P. En el libro habla de un trato judicial diferente en el caso de torturas a presuntos etarras...
R. Hablo de sentencias firmes de torturas. Acabemos con el mito de que no existe la tortura en España. No sólo en el caso de terrorismo sino en general hay una presunción de veracidad hacia el policía. Que lo que dice es cierto, y yo digo que puede serlo o puede ser mentira. Y la obligación legal es investigar. Hay un problema estructural en la investigación de torturas en España y, en general, de abusos policiales. Y lo ejemplifico en el libro con el caso del agricultor de Roquetas que no era nada terrorista. Muere a manos de varios guardias civiles, la familia lo denuncia a la juez y ésta manda investigar al mismo cuartel y a las mismas personas que habían participado en la tortura.
P. ¿Por qué afirma que los medios no contribuyen a su investigación?
R. La tortura no se ve como un problema en España por nadie y tampoco por los medios de comunicación. Pongo algunos ejemplos de artículos que incluso se preguntan "¿Pero se tortura en España?". Yo no conozco ningún país del mundo en el que no haya torturas y entiendo que el papel de los medios es investigarlas. Pareciera que el debate de la tortura está secuestrado por dos partes: una, el entorno abertzale que dice que siempre se tortura, lo cual no es verdad; y otro, el Gobierno y el resto, que dicen que nunca se tortura y hay suficientes garantías. Pareciera que no hay posibilidad de decir que los crímenes de ETA son terribles, hay que denunciarlos y sus responsables tienen que ir a la cárcel, y la tortura es otro crimen y hay que investigarlo.
- P. La modélica transición española es otra de esas "medias verdades" que quiere aclarar en su libro. ¿Qué ha quedado de la causa abierta el pasado año por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón?
R. España, en el tratamiento a las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura, está aislada en el mundo. Por eso mantengo que no es modelo. Intento analizar desde Sierra Leona, Liberia, República Democrática Alemana, Hungría, América Latina, todos ellos tuvieron al menos verdad oficial de lo que ocurrió. Todos ellos tuvieron alguna medida de reparación oficial y algunos tuvieron justicia. Los dos ejemplos paradigmáticos en los que no ha ocurrido prácticamente nada son la Unión Soviética y España.
- P. ¿Se ha echado el freno al proceso del juez Garzón?
R. Eso [la causa de Garzón] fue una buena iniciativa. Es la única en más de 70 años a nivel judicial y global. Desgraciadamente no está ahí ahora y está en 70 juzgados lo cual hace el trabajo más difícil para los familiares de las víctimas. Creo que hay una asignatura pendiente y hay que quitarse algunos mitos, pero yo no conozco ningún otro caso de los que he vivido en el que la exhumación de cadáveres se subcontrate a sus familiares. Cualquier exhumación de fosas donde se ha podido cometer un crimen, es un fiscal el que lo hace. Es un juez el que la abre y la policía la que interviene.
- P. Hay otros dos capítulos del libro, el que habla de los políticos y el de la pena de muerte, que me recuerdan a dos de los últimos escándalos que han sacudido a la sociedad española: el caso Mari Luz y la desaparición de Marta del Castillo...
R. El tópico es "los políticos deben hacer siempre lo que les pide la gente". Eso no ocurre prácticamente nunca, los políticos quieren que les pidan determinadas cosas a ellos y en base a eso lo convierten luego en un referéndum popular. He estado con las víctimas que han sufrido las principales aberraciones de los Estados y nunca en mi vida he pensado que la pena de muerte es justificable, nunca he pensado que la pena perpetua sin revisión judicial es justificable. Hablo de menores de edad en EE UU que han podido cometer un delito con cadena perpetua sin que nadie lo revise en 50 años. Pueden entrar con 12 años, salir con 70 sin saber si el ser humano ha cambiado. Eso violaría los derechos humanos y la Constitución española. Entiendo el drama de las familias de estas niñas, pero no hay que legislar en caliente. ¿Cuándo mides la opinión del pueblo? La clave es la falta de impunidad no el tiempo que se pase en prisión. Cuando en México en el 96% de los delitos no hallan culpable eso sí es un cáncer.
- P. La inmigración como "peligro", tema del que habla en su libro, también es un habitual de ese diálogo entre opinión pública y políticos, aunque hoy rebajado según el CIS que lo sitúa como la cuarta preocupación...
R. La inmigración era el primer problema cuando se veía llegar a la gente saltando la valla de Melilla o cuando llegaba muchísima gente en patera. Pero eso ha descendido ya porque lo han sustituido otros problemas, entre ellos el económico. Europa y España tienen tres posibilidades: lo que llamo la teoría de amish al cuadrado, los amish de la película de Harrison Ford [Único testigo] por la que se deja de ser Europa y volvemos a ser Francia, España, Italia... Por otro lado, ahora estamos en un política de nosotros versus ellos. Nosotros somos los europeos y fortalecemos las fronteras para todos los que lleguen de fuera. Falso. Esa es la teoría que han llevado los 10 últimos años desperdiciando el crecimiento económico. Lo único que ocasiona son costes humanos brutales, entre 3.000 y 6.000 personas cada año mueren en el Estrecho. Yo mantengo la política de puertas entornadas, una política de gestión inteligente en el marco de la Organización Internacional de las Migraciones. La gente llega legalmente, trabaja un tiempo y se vuelve a su país de origen. Pero esa política ahora no se puede hacer.
- P. Estrechamente relacionado con la inmigración está la pobreza. ¿Cómo se puede utilizar la vía judicial, que usted defiende, para combatirla?
R. La pobreza no se produce ni por los terremotos, ni por los maremotos ni por los tsunamis ni por la langosta. En general se produce por decisiones que toman personas concretas con nombres y apellidos. Cuando en Zimbabue se lleva la pobreza a miles de opositores políticos porque los cereales están centralizados y sólo se dan a los aliados es una violación de derechos humanos. Cuando el Gobierno de Israel demuele 4.000 viviendas desde septiembre de 2000 hasta ahora como venganza eso es una violación al derecho a la vivienda. Cuando en Corea del Norte se utiliza la alimentación como represalia política... Hay dos tercios de las víctimas de derechos humanos, los que no tienen salud, educación, vivienda, alimentación, que no tienen lugar donde reclamar. Las víctimas de la tortura tienen un lugar donde reclamar, las víctimas de que le demuelen la vivienda no tiene un juez donde ir.
- P. Pero en la tortura hay un perpetrador, ¿quién lo es en la pobreza?
R. Hay muchos, está el que decide consciente la política sobre los cereales. Un tipo en el Gobierno o el presidente. Hay quien lo lleva a la práctica, quien esconde los cereales de la oposición política y ocasiona la muerte de muchísima gente. Eso viola el derecho a la alimentación y esa gente debe responder ante un juez. No hay falta de perpetradores del crimen de pobreza. El cambio en el ámbito de pobreza será cuando logremos encontrar y juzgar al Pinochet de la pobreza. El crecimiento económico per se no ocasiona alivio de la pobreza. Hemos vivido 11 años de crecimiento sin precedentes y ahora hay más pobres en el África subsahariana.
- P. Uno de los capítulos de su libro que creo más controvertido es el titulado "todas las guerras son injustas", otro tópico que quiere rebatir. ¿Habría guerras justas hoy?
R. El pacifismo como cuestión genérica es muy positiva. Creo que todas las guerras son crueles. Todas. Pero hay algunos momentos en los que la humanidad tiene que pelear contra su verdugo cuando quiere hacerlos desaparecer. No es posible pactar. Hubiera sido un gran error pactar con Hitler cuando ha ocupado media Europa. ¿Qué pactas? Hay que enfrentarse con las armas. Nadie consideraría hoy que la Segunda Guerra Mundial fue injusta. Pero fue cruel. El otro ejemplo es el de Sudáfrica. De 1911 a 1980 fue sometida a un apartheid que significaba la esclavitud para el 80% de su población y aún así el Congreso Nacional Africano intentó durante 30 años una oposición pacífica hasta que les mataron a una buena parte de ellos. Pactar a toda costa algunas veces con quien te quiere eliminar es un problema serio. Algo excepcional es lo que pasa con los que yo llamo los pobres rohingyas, la única de las 135 etnias de Myanmar, de la dictadura, que no es reconocida por el Estado y además intenta eliminar físicamente. ¿Qué haces? ¿Pactas o no pactas? El pacifismo a ultranza a veces hace esclavos.
Diario El País

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