jueves, 26 de marzo de 2009

Dos jóvenes cumplen tres meses de cárcel por robar una pizza

inSurGente. La justicia y sus ejecutores han comenzado a marcar el territorio, a avisar a la población, -que se verá obligada a salir a las calles a luchar contra una situación económica catastrófica-, de las leyes básicas del capitalismo, de la propiedad privada, del embudo que representa una sociedad (y una justicia) con clases antagónicas donde los poderosos manejan el tingaldo. La noticia no es pues una anécdota, va mucho más allá.
Casi tres meses después de ingresar en prisión preventiva por robar una pizza y dar un empujón al repartidor, los dos jóvenes acusados salieron ayer en libertad.
La historia se remonta al pasado 28 diciembre. Aquel día David y Enrique estaban en un parque junto a ocho o 10 amigos, cuando vieron a un ’pizzero’ camino de una casa. Entonces decidieron robarle las pizzas, valoradas en 25 euros. Los hechos terminaron con un empujón y ningún golpe. El repartidor se marchó sin entregar el género pero con la recaudación intacta. La Policía les detuvo poco después. De ahí, al calabozo.
Las pizzas estaban valoradas en 25 euros
El magistrado Carlos Valle entendió "robo con violencia", un delito penado con prisión de dos a cinco años y aplicó el artículo 503 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, o sea, prisión preventiva para los imputados por un asunto sancionado con dos o más años de cárcel con el objetivo de asegurar su presencia en el juicio y evitar su fuga.
Ahora, el mismo juez ha decretado la libertad de David y Enrique. Sus nuevos abogados han aportado mucha documentación sobre su buena conducta en sus vidas. Han presentado su vida laboral, los papeles del paro, los certificados de su graduado escolar y una carta del cura del barrio avalando su buen comportamiento.
Los jóvenes mostraron arrepentimiento y pidieron perdón. Además, como gesto de buena voluntad, depositaron una fianza mayor de la solicitada por la Fiscalía y la acusación particular. El juez tuvo en cuenta todo y la semana pasada decretó su puesta en libertad.
El repartidor se marchó con la recaudación intacta
David lo ha pasado muy mal durante estos casi tres meses. "Ha sido todo muy duro, estoy jodido. Todos los días era lo mismo, las mismas caras, me rayaba mucho", dice. El joven cuenta que ha tenido mucho tiempo para ’comerse’ el coco. "Pensaba en mis padres y algunos días no podía ni dormir". Cuenta que los funcionarios de prisiones le preguntaban cómo estaban y que les recomendaban que tuvieran paciencia. "Fue una chiquillada, ya pasó y no se repetirá". "He visto las orejas al lobo", sentencia.
Apenas 24 horas después de salir de prisión, lo primero que ha hecho David es dar una vuelta con los amigos y su hermana por el barrio de Madrid. La calle ha cambiado en estos tres meses. Luce un sol primaveral después de un largo y frío invierno.

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