miércoles, 24 de septiembre de 2008

Extremo y duro

La postura del cantante y alma mater del grupo, parando el concierto durante una hora y media, soliviantó los ánimos de sus seguidores, que se rebelaron contra su actitud
Fuente: Diario de Burgos

Lo que se presentaba como una magnífica noche de rock, con más de 5.000 personas congregadas en el Recinto Ferial Permanente de la capital ribereña, ansiosas por ver en directo a los míticos Extremoduro, con Robe a la cabeza, terminó deslucida por la actitud del cantante del grupo extremeño. Y eso que todos los augurios estaban de parte de la buena música y de la diversión.
Las inmediaciones del escenario elegido para el concierto estaban repletas de coches, único medio de transporte al no haber servicio de autobuses, y la gente se reunía en grupos para perpetuar la costumbre del botellón. La prohibición de introducir bebidas en el recinto hizo que el telonero, Doctor Deseo, no contara con un público tan nutrido como el que se congregaba en el exterior al calor de la cerveza, el calimocho y otros combinados varios. Al filo de las 22:45 horas, la procesión hacia la entrada para acceder al concierto provocaba colas antológicas en las que se mezclaban los incondicionales del grupo, de la Ribera y de otros puntos de la provincia y de la región, con aquellos arandinos que, estando de fiesta, no tenían otra alternativa más apetecible para esas horas de la noche del viernes.
Todo comenzó normalmente, con un cuarto de hora de retraso sobre el horario previsto. Las luces se apagaron, la música empezó a sonar y el público, entregado desde el primer acorde, dispuesto a demostrar el tirón que tienen las canciones de este grupo extremeño. Las primeras palabras de Robe, «buenas noches a todos menos a los que están ahí sentados», fueron el comienzo de una noche para olvidar. El alma mater del grupo se refería a una treintena de personas que estaban viendo el espectáculo desde fuera.
Tras interpretar tres temas, Robe paró su actuación durante unos 40 minutos a la espera de que las fuerzas del orden, Policía Nacional y Local e incluso una dotación de la Guardia Civil, desalojasen a ese pequeño grupo de personas que, por estar en la calle, tenían todo el derecho a permanecer ahí. Los efectivos policiales les invitaron a marcharse, para evitar que los ánimos se calentasen, y actuaron en todo momento con educación y corrección.
Robe reanudó su presencia en el escenario justificando su actitud en la defensa de los derechos de los artistas y de los que habían pagado su entrada para ver el directo. Eso encrespó los ánimos del público y muchos de los presentes abandonaron el recinto, yendo más de 300 a situarse en el lugar de donde habían invitado a marcharse a la anterior treintena de personas. Con su entrada pagada, estaban en su derecho de ver el concierto desde donde quisieran.
Esta postura debió de enfadar más al cantante de Extremoduro, que volvió a parar el concierto, para reanudarlo más tarde, otros 40 minutos, interpretando el resto del repertorio previsto pero sin parar, para no tener que escuchar las críticas que el público presente le lanzaba de forma casi unánime.
La situación pudo terminar peor ya que, algunos vehementes, lanzaron objetos al escenario y destrozaron algunas vallas de la zona del concierto. Otra forma de protestar, incivilizada quizás, pero protesta al fin y al cabo ante una actitud que no dice nada bueno del individuo que la mantenga o la defienda

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