jueves, 25 de diciembre de 2008

El PP y el PSOE coinciden en la necesidad de construir una refinería en Badajoz que destrozará varios parques naturales

El PP y el PSOE coinciden en la necesidad de construir una refinería en Badajoz que destrozará varios parques naturales, pero que llenará las arcas de un poderoso grupo empresarial
Insurgente

La pretensión de construir una refinería en Badajoz, en plena Tierra de Barros, alimentada por un oleoducto de 300 kilómetros de longitud que atravesará las comarcas de Doñana y Sierra Morena, es desgraciadamente tan real como descabellada. Representantes de las cinco organizaciones estatales de defensa del medio ambiente -Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF/Adena- están en pie de guerra contra el proyecto industrial del grupo Gallardo, al que tachan sin paliativos de "disparate medioambiental", tanto por afectar a 14 espacios protegidos de primer orden europeo como por el impacto que, de hacerse, dichas instalaciones tendrían sobre las emisiones de gases de efecto invernadero. Hace unos días el parlamento extremeño dio el visto bueno al proyecto, el PSOE y el PP parecen contentos.20 Minutos (César Javier-Palacios)/ insurgente.-
Tamaña charlotada cuenta, pásmense ustedes, con el apoyo de la Junta de Extremadura y el visto bueno del Ministerio de Industria, encontrándose en estos momentos en el trámite de evaluación de impacto ambiental en el Ministerio de Medio Ambiente.
Dada su localización a 150 kilómetros de la costa, el proyecto necesita la construcción de una serie de oleoductos desde Huelva a los Santos de Maimona, en el centro de la provincia de Badajoz. Serían más de 300 kilómetros de infraestructuras que, junto a la propia refinería, afectarán a 14 espacios naturales protegidos por la Unión Europea, en parte por introducir un riesgo de vertido inasumible para al menos 65 cauces, y muy en especial para el Parque Nacional de Doñana al atravesar entre otros el río Guadiamar. Además, la toma de agua necesaria para la refinería se haría en un embalse que está declarado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
¿Serán capaces sus promotores de sacar adelante tan descabellada iniciativa? La respuesta lógica es negativa. Pero la respuesta ilógico-realista apunta en la dirección contraria. La empresa plantea la iniciativa como "el mayor proyecto industrial de la historia de Extremadura" y recuerda que implicará una inversión cercana a los 2.500 millones de euros y una generación de empleo que afectará a 3.000 trabajadores.
En plena época de crisis económica, todo indica que el Gobierno español va a tener pocas contemplaciones con los impactos medioambientales de grandes obras donde se ofrezcan puestos de trabajo que ayuden a adelgazar las cada vez más abultadas listas del paro. Así que proyectos tan ridículos como el de esta refinería imposible pueden ponerse en marcha contra toda lógica, alimentados por potentes subvenciones estatales.
Ya se sabe, el sentido común es el menos común de los sentidos, especialmente en tiempos de crisis.

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