lunes, 5 de enero de 2009

Zaragoza, otra Expo sin haber pagado la anterior

De la Expo 2008 a la Exposición de horticultura de 2014. Aunque aún no se ha hecho público, las instalaciones pueden situarse en una zona con estatuto de protección medioambiental, lo que exige modificar el PGOU.
Diagonal

El pasado 29 de octubre la Asociación Internacional de Productores de Horticultura (AIPH), reunida en Dubai, concedió a Zaragoza la organización de una exposición hortícola en 2014. De este modo, el Ayuntamiento continuaría el modelo de promoción de macroeventos como foco de inversiones, en una tendencia de transformación urbana iniciada con la Expo 2008. Un anuncio que no ha causado entusiasmo entre la ciudadanía. A pesar de la voluntad política de crear otro proyecto que aparezca como un nuevo “horizonte ilusionante”, el escenario actual resulta mucho menos favorable. De un lado, el municipio deberá soportar el peso de una deuda post-expo todavía sin cuantificar y admite que no podrá recurrir al empuje de los fondos estatales, mito que justificó muchos apoyos a la anterior muestra del agua (ver especial Expo, Diagonal Aragón).
Así que la financiación debería pasar por operaciones urbanísticas de venta de suelo público. En este sentido, la opción preferida por el equipo de Gobierno es la orientación de parte del espacio donde se celebraría el evento hacia la construcción de viviendas. Aunque la ubicación definitiva no ha sido anunciada, el proyecto abarcaría entre 60 y 100 hectáreas en los límites orientales de la ciudad, en un terreno no urbanizado de huertas, en su mayoría, de pequeños propietarios. El problema es que esta zona municipal cuenta con un estatuto de protección medioambiental que impide estas construcciones y sería necesaria una modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). La otra posibilidad que baraja el equipo de Gobierno es redirigir esa venta de suelo público para su edificación hacia otras zonas de la ciudad, obteniendo de esos espacios los fondos necesarios para adquirir los terrenos donde se ubicaría la muestra y afrontar sus costes. Este tipo de convenios urbanísticos fue el modo en que, por ejemplo, el Ayuntamiento obtuvo los fondos para comprar los terrenos donde se ubicó la Expo 2008.
En todo caso, la dificultad para estas operaciones es múltiple. No sólo por el actual retraimiento del mercado de la vivienda y la pérdida de patrimonio inmobiliario, sino también por su repercusión final sobre un aumento de los gastos corrientes para el municipio.
Oposición al proyecto
También es mucho mayor la oposición política a este proyecto. La plataforma Ciudad Compacta ha reunido a un amplio grupo de partidos políticos, grupos ecologistas y asociaciones vecinales de la ciudad y ha declarado, en un primer manifiesto contra el compromiso del Ayuntamiento, titulado Ni son formas, ni es el momento, la necesidad de conocer las cuentas de la anterior Expo (cuyo coste estiman en más de 134 millones de euros), de replantear las prioridades urbanísticas y sociales de Zaragoza mirando a la ciudad consolidada y sostenible, y de participar en las decisiones sobre el desarrollo de la ciudad.
Tras la destrucción de la huerta de Ranillas para ubicar la Expo 2008, bajo la nueva marca Huerta de Zaragoza, se pretenden urbanizar los últimos huertos urbanos. Éstos son lugares de Interés Comunitario, dentro de los límites del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales del Ebro, por su carácter productivo y de transición al río, calificación que no le sirvió al Soto Cantalobos para evitar talas durante las obras del Plan de Riberas que acompañaba a la Expo del agua 2008. El nuevo negocio, sostenido en esta ocasión sobre el consumo natural y la imagen exterior de ciudad, conllevaría el fin de los reductos de vida agrícola tradicional en la capital. Esta continuidad con la Expo 2008 se constata también en la de algunos de sus principales responsables, como Jerónimo Blasco, que se postulan como defensores del proyecto actual.

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